Escuchaba esta mañana la radio cuando noté que una dentera recorría toda mi anatomía. Pensé que no podía ser cierto lo que llegaba hasta mis oídos, una música que sin ser estridente, molestaba. Me preguntaba como era posible que algo así danzara a su gusto por las ondas de todo el país.

Y lo peor es que no me quedé con el nombre del grupo que se atrevía, sin ningún pudor a tan lamentable concierto. Y es que Dios (supongo) le da pañuelos a quien no tiene mocos. Tenemos en España a grandes -grandísimos diría yo- cantantes, autores, poetas, músicos en definitiva, gente que nos hacen la vida más dulce, más bella... y ahí están sin que el público sepa de su existencia, solo por que no son comerciales, no se prestan a ese juego de "una canción para el verano", donde su vida es muy corta, llegando al olvido del mundo con la misma facilidad que llegó.

El titulo de este articulo no es casual, así se titula un disco de Jose Ignacio Lapido,  unos de los mejores cantantes y letristas de nuestro país, considerado un autor de culto por sus incondicionales. Sin embargo, no escuchamos su música en las listas de éxitos, y se desaprovecha el placer y el privilegio de oír una verdadera joya, tanto literaria como musical. Tanto es así, que su último disco, "De sombras y sueños", supera -si eso puede ser- a los anteriores trabajos de este granadino, donde ha contado con la colaboración de personajes de la talla de Amaral, Quique Gonzalez y Miguel Rios.
 

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