Escrito por: Auxi Calderón
Categoría: Blog de Auxi
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El oro del los tontosJuan Manuel de Prada no es santo de mi devoción, por supuesto, pero leí un artículo suyo que hacía referencia a otro, que a su vez leyó en el británico The Guardian, y me pareció de lo más revelador e interesante.

Parece ser que hay políticos que suelen hacerse los tontos, porque el rendimiento electoral es mucho más beneficioso que el que tienen las personas inteligentes y preparadas para el gobierno de un país, ciudad o pueblo.

Es más, sus votantes así los prefieren, ya que los que aparentan esa carencia de intelecto, son los más idóneos por su falsa valentía y falta de titubeo a la hora de tomar determinaciones sencillas ante problemas complicados.

Esto no es una ventaja, ya que el votante suele alabar al político de sus mismas características, como si de solidaridad por empatía se tratase.

Cuando pensamos en una persona tonta, rápidamente imaginamos a alguien con alguna minusvalía psíquica, pero no es esa la persona a estudiar, sino los que llegan a gobernar un país con artimañas y engaños y sin aparentes carencias de entendimiento.

Nuestro presidente del gobierno parece ser el ejemplo a estudiar en estas peculiaridades tontainas. Ya sea por su forma hablar o por su inclinación a estar dentro de un plasma. Aún así, sus votantes lo ven con encanto, será ese aire simplon lo que les atrae, pero no hay que engañarse.

Mi abuela Maria decia que “dios nos guarde de los calladitos”, y tenia mucha razon. Los calladitos no son tontos, son peligrosos, y nuestro gobernante es en sí un peligro, no por lo que hace, que también, sino por lo que deja de hacer.

Decía Quevedo que hay tres clases de tontos: el necio, el majadero y el modorro.

Al necio no se le percibe a primera vista y hay que tratarlo a fondo. De este tipo tenemos algunos casos realmente llamativos en el panorama político.

Un ejemplo claro está en el ministro de Hacienda. De entrada no nos percatamos de su necedad hasta que intenta convencer a un país de que la subida de impuestos beneficia a todos por igual, sin “distinción de clases”, y esto en un momento de crisis galopante.

El majadero solo tiene que abrir la boca para que nos demos cuenta de la simpleza de su persona. En este caso es la señora Báñez, que en su santa inocencia sigue creyendo, y creerá en los milagros. La buena señora nos quiere hacer partícipes de tan excelso acontecimiento, muy loable por su parte, pero me temo que el país no está para prodigios sobrenaturales.

El modorro se le distingue a leguas. El presidente del partido popular de Andalucía, por ejemplo, parece estar recién levantado, es decir, que no acaba de despertar. No se si sera por apatía o por desgana, pero parece sufrir un atontamiento más propio de la adolescencia.

El grado de conciencia de esta tontez de algunos de los políticos que nos gobiernan, en ocasiones es nula. Aún así, quieren hacerse los listos y embaucan a sus votantes e indecisos, con promesas alevosas, a costa de la desesperación de los demás.
Cuando acaben estas tontas calores vendrán los escalofríos, esos repelús de una campaña complicada y larga que nos viene haciendo tontos desde hace cuatro años.

 

La foto es de Pixabay.